“Es otra Buenos Aires, no la de 1940”. Así afirmaba el gran Astor Piazzolla en una entrevista para televisión hacia fines de la década del sesenta cuando protagonizó el nacimiento de un nuevo estilo en el tango.
El suyo, único e inconfundible. Ese que marcaría una nueva era tanto en sus composiciones como en la música popular argentina.
Corría el año 1969 y una serie de sucesos extraordinarios sacudía al mundo. La hazaña de la ya por aquel entonces próspera dupla compositiva Piazzolla – Ferrer fue parte de esto.
Algún día de aquellos, Horacio Ferrer salió a caminar por el centro de Buenos Aires, como tantas tardes, y una frase le venía a su cabeza, recurrente: “Ya sé que estoy piantao”…
Y a lo que para el autor uruguayo era una rutina, se sumó la oleada psicodélica, de ensueños, surrealismo y músicas progresivas del momento, generando un paisaje mental en el poeta.
Y así de repente desfilaron por su imaginación el teatro, la contracultura rockera del momento, y hasta Neil Armstrong (recibido honoríficamente en la ciudad en aquellos días), con su luna y por Callao.
Astor queda deslumbrado por el viaje de Ferrer y se ponen a trabajar durante varias jornadas. A los pocos días Amelita Baltar es quien pone voz a la grabación que realizan en los estudios de CBS.
Entre grabaciones, ensayos y bambalinas, quién además sucumbió ante esta obra de arte fue el cantor Roberto Goyeneche, quien también al poco tiempo graba su versión, arreglada por Piazzolla para su particular estilo.
Tanto “El Polaco” como Baltar graban en ese tiempo también “Chiquilín de Bachín”, otro emblema de la música porteña, completando el fonograma en formato simple.
Una vez grabada, el sello discográfico se encarga entonces de anotar “Balada para un loco” en el Festival de la Canción de Buenos Aires en un acto que se volvería absolutamente disruptivo, como la canción misma.
En este certamen, el día de su presentación, el 16 de noviembre de 1969, la pieza queda en segundo lugar, por cuestiones que aún hoy siguen siendo blanco de debates, pero la ovación de esas mil quinientas personas hizo estallar el Luna Park y dejó a las claras cual fue la verdadera canción ganadora.
Tal es así que a la semana Piazzolla atiende su teléfono enterándose de que ya se habían vendido doscientas mil copias.
Buenos Aires y Argentina toda estaba comenzando a vivir un cambio, una transformación que llevaría al país por caminos tan oscuros en lo social como luminosos culturalmente.
Esa noche del concurso fue dura para Piazzolla, Ferrer y Amelita Baltar, los tres protagonistas de esta historia. A la tribuna popular tanguera le resultó inaceptable el hito cultural que desconocían que se estaba presenciando, poniendo toda su resistencia aquella noche en la que la luna de Callao se vistió de Luna Park.
Pero el tiempo hizo lo suyo, lo de siempre, en la canción y en la gente; puso casi de inmediato las cosas en su lugar, dejando a las claras que “Balada para un loco” llegaba para quedarse; porque el cambio es tan inevitable como necesario, porque la lucha por encontrar un lugar en un mundo que a menudo parece desconectado es constante… Y porque, como la célebre frase de otro gran disruptivo de la cultura argentina sentenciara poco después: la vanguardia es así.
55 Años de la presentación de “Balada Para Un Loco”
La canción que marcó un antes y un después en el tango y la música popular argentina.
Para celebrarlo llegan nuevamente “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín” (con versión de Goyeneche remasterizada)